domingo, 20 de octubre de 2013

Fuerza y honor, maestro Cebrián

Hace seis años, en el verano de 2007, tuve el enorme privilegio como periodista (y como admiradora, leñe) de entrevistar a Juan Antonio Cebrián, el creador y director durante diez años de uno de los programas de culto de la radio española, La Rosa de los Vientos. Cuatro meses después, perdíamos a uno de los mejores comunicadores del periodismo, a un hombre del renacimiento, apasionado, curioso y que no se rendía ante nada.

Seis años después de su pérdida, que a muchos nos dejó huérfanos también como referente profesional, me gustaría honrarle con esa entrevista en los jardines de El Retiro, acompañados por su compañera de trabajo y de vida Silvia Casasola, y que yo sepa inédita hasta este momento.

¡Fuerza y honor, maestro Cebrián!


La foto, que demuestra lo friki que puede llegar a ser una, la realizó Josefina Bueno, la fotógrafo de la agencia que me acompañó entonces y satisfizo mis deseos de quedar inmortalizada junto a Cebrián.



Es la voz profunda que dirige y presenta cada fin de semana en la madrugada “La Rosa de los Vientos”. Este ya mítico programa radiofónico cumple este año una década de ediciones con alguna interrupción, pero con una audiencia fiel aficionada a los enigmas de todo tipo: de la ciencia y sobre todo de la historia. Para celebrarlo, Juan Antonio Cebrián, el cerebro del mito radiofónico, ha reeditado uno de sus primeros libros: “Pasajes de la historia: de la batalla de la Termópilas al barón rojo”. Refleja en papel lo que cada fin de semana relata ante los muchos oyentes que se concentran alrededor de la hoguera. Juan Antonio Cebrián ha puesto en escena más de 400 pasajes históricos durante estos diez años sin un sólo papel de apoyo y con un gran rigor histórico y mucha imaginación, haciendo divertido lo que años atrás era una pesada materia.

A pesar de su satisfacción por tantos años al calor del horario mágico de la madrugada, este comunicador sólo apuesta de momento por una temporada más de “La Rosa de los vientos”. Mientras dure, su inconfundible voz y su buen humor deleitarán a los fieles de un programa por el que han pasado personalidades como Fernando Jiménez del Oso. Lo que sí augura, es un próspero año 2008 en el terreno editorial con dos nuevos libros. Uno versará sobre las mujeres de la historia y otra sobre héroes españoles.



¿Qué van a encontrar los lectores en esta nueva edición de “Pasajes de la Historia”? 

Sobre todo van a encontrar un trocito de mi corazón porque son pasajes que tengo muy interiorizados. Este libro lo publiqué en el año 2000 y me dan la oportunidad de volver a revisarlo y cuidarlo un poco más. La reedición ha sido muy difícil porque he tenido que cambiar muchas cosas que por mi juventud y mi prisa quedaron mal. Ahora con la tranquilidad y la distancia suficiente, he retocado muchas cosas. Por ejemplo, Lucrecia Borgia es totalmente distinta. 



La historia había sido aburrida hasta que la acercaste a la radio. ¿Cuál es tu secreto? 

Para mí la historia nunca ha sido aburrida porque llevo desde los ocho añitos leyendo biografías, enciclopedias y libros relacionados con la historia. Los he comprado hasta a plazos con mi paga. La historia es algo que deberíamos conocer a fondo porque es bonita y enseña muchas cosas. 



Además de Amenofis IV, con quien tú mismo te identificas en “La Rosa de los Vientos”, ¿en qué personaje te gustaría reencarnarte? 

(Ríe) En Amenofis IV no me puedo reencarnar porque ya soy su momia. Este me parece un personaje muy interesante que quiso hacer muchas cosas en el Antiguo Egipto, que nos ha legado mucha historia, y sobre todo nos dejó a su hijo Tutankamón. Este sí que nos dejó páginas y páginas para escribir. Pero si tuviese que reencarnarme en algún personaje, recurriría a la épica: Leónidas, rey de Esparta. Me encantaría repetir su mítica frase: “Griegos, esta noche cenaremos con Hades en el infierno” y vivir aquellos maravillosos momentos, si no como protagonista, sí estar allí tomando notas. Para hacer un pasaje, por supuesto. 



¿Cuál es tu pasaje favorito? 

En la radio sería sin duda Napoleón. Fue mi primer pasaje y a él le debo mucho porque me animó a seguir hasta los más de 400 que llevo hechos. Desde entonces, mi amigo y colaborador Carlos Canales y yo, estamos discutiendo acerca de las circunstancias que rodearon al emperador. En el libro sería Leónidas porque en la primera edición lo hice sin darle el carácter mítico que me hubiese gustado. Con la película, me he permitido el lujo de dárselo y creo que ha quedado muy interesante. 



¿Recuerdas algún profesor que te inculcara el amor por la historia? 

Desgraciadamente no. Fue todo autodidacta. Digo desgraciadamente porque debería haber profesores que ilusionasen a las nuevas generaciones dándoles unas guías a seguir. 



Los pasajes radiofónicos los haces sin ninguna guía, ni papel. ¿Cómo lo consigues? 

Es que tengo la historia muy interiorizada y sus personajes son viejos conocidos. Hay que tener en cuenta que son pasajes con los que he compartido toda mi vida, cómo no voy a conocerlos bien. Muchas veces me preguntan cuánto tiempo he dedicado a crear los pasajes. ¡Pues treinta años! (Ríe). Claro, desde los ocho años estoy leyendo y documentándome sobre personajes históricos. 



¿Qué balance haces de estos diez años de “La Rosa de los Vientos”? 

Cuando empecé no podía imaginarme que íbamos a estar todo el tiempo que llevamos y mucho menos que tuviese tanto éxito. Ni tampoco que recibiésemos tanto cariño por parte de los oyentes. Casi he renunciado a que me escuchen en directo porque todo el mundo lo hace a través del podcast. Hemos llegado a tener más de 100.00 descargas. Cuando me dicen que el programa está en el ranking de los más descargados, me sigue sorprendiendo. Noto que hay mucha gente que nos escucha desde el Ipod porque nos envían consultas de temas que a lo mejor hemos tratado hace un año, pero hay que saber que internet es el futuro y bienvenido sea. Diez años han dado para mucho: 1,500 ediciones. Estoy muy satisfecho y muy agradecido a la lealtad de la gente. 



Tus fieles siempre se preguntan lo mismo: ¿vas a dejar el programa para centrarte más en los libros? 

Lo que siempre hago es insistir a mis jefes sobre las enormes posibilidades que tendrían “La Rosa” en otros horarios, más decentes. Lo que pasa es que deben estar encantados con lo que hay y no conciben “La Rosa de los Vientos” vespertina. Yo creo que sí tendría posibilidades y buenos resultados. Un año más sí vamos a hacer. Sobre todo porque tengo ilusión por el cumpleaños, que es en septiembre y tenemos muchas cosas preparadas. Este año sí que le vamos a vivir con intensidad. Luego ya veremos. 



¿Algún proyecto editorial? 

Creo que el 2008 va a ser un año muy heróico porque estoy trabajando en dos proyectos. Uno es sobre mujeres intrépidas de la historia que creo que merecen su sitio y su libro. El otro es sobre héroes. Sobre todo quiero rendir homenaje a esas personalidades de nuestro país que marcaron épica. Incluso biografías anónimas. Desde luego lo vamos a pasar muy bien en el 2008.

domingo, 7 de julio de 2013

Egipto: cuando la pobreza entra por la puerta...


...el amor salta por la ventana. Ya comenté aquí que mi idea era seguir sobre el cajón para contar cosas que Cairo me había enseñado. Lo que no sabía entonces era lo relevante que iba a ser nuestra inmersión egipcia para interpretar la actualidad.

Tengo una opinión "política" de lo que está pasando en Egipto,  pero no creo que sea relevante, ni estoy segura de que esté en lo correcto. Si buscáis un análisis de primera mano y que incluye todos los aspectos que están influyendo en el proceso egipcio, leed la última entrada de Drew. Su visión, como europea integrada en Egipto, es muy valiosa y enriquecedora con respecto a lo que están contando nuestros benditos medios de comunicación.

Como digo, no sé si estoy en lo correcto, pero sé perfectamente lo que vi. Vi un país pobre, deprimido, donde la clase media no existe, cuya moneda es una broma respecto al euro. Cada día, al salir de casa, la cartera iba a explotar y nunca llevábamos más de 100 euros al cambio.

Vi una ciudad superpoblada donde 25 millones de personas luchan por sobrevivir principalmente del sector servicios y del turismo, un sector absolutamente parado desde la revolución de 2011. Recuerdo una imagen concreta: volvíamos en coche, de noche ya, de Mohandessin que, por lo que se ve, es el barrio de las compras y bastante céntrico. Bajo un enorme puente sobre el que pasa una de las tremendas y siempre atestadas vías de circunvalación, un hombre en harapos y descalzo dormía en pleno suelo, sin nada sobre lo que descansar sus huesos. Ya habíamos visto cómo funcionaban las cosas en la ciudad, lo que costaba un paquete de tabaco (menos de la mitad que en España), cómo vivían allí... Y pensé en cómo de desesperante tiene que ser estar en la última fila del nivel de vida de un país que intrínsecamente es pobre.

Después empecé a ver los colchones en las obras a medio terminar, a riesgo de caerse mientras duermen. Las propinas, que allí son muy cotizadas, de 5 libras egipcias. Es decir, 0,50 euros. El precioso mercado de Khan El Khalili nos dio otra lección. Íbamos dispuestos a aprender a regatear. La norma: rebajar un tercio del primer precio que nos diesen para pagar la mitad. Ok. Como buenos alumnos nos lanzamos a regatear. Creo que aguantamos la presión en las tres primeras tiendas. Después, cuando te piden 50 céntimos por un recuerdo, se te hace imposible pedir ni la mitad. Tal vez muchas de las cosas no lo valían pero aquí tampoco y lo pagamos.  Es más, sabiendo que un salario decente (solamente decente) ronda los 350 euros mensuales... Y que muy pocos llegan a cobrarlo, sabes que ningún local va a pagar 5 libras por determinadas cosas y te entra una especie de "responsabilidad de turista."

Hubo más: alojamiento para tres por menos de la mitad que un hotel normalito en España para una persona, carreras en taxi de más de 30 minutos por 50 libras egipcias (unos 5 euros)... Y como colofón, asomamos la cabeza de manera fugaz e inesperada por la Ciudad de los Muertos. Nos desaconsejaron la visita. Al parecer, durante estos días no es un lugar seguro. El caso es que pasamos varias veces por su lado y siempre me hipnotizaba. Intentaba ver algo de vida en sus calles, solo atisbar cómo son los que se ven empujados a vivir entre los muertos. Pero un cambio de sentido bajo uno de los puentes que tapan tanta miseria, me dio la oportunidad.

Había un inmenso charco de agua podrida. Olía fatal y a su alrededor, muchos despojos, muchos más de los que se ven estos días en cualquier calle de El Cairo, incluso en Zamalek, la isla donde se alojan los extranjeros ricos y desde la que la Cadena Ser cuenta lo tenso que está el ambiente en las calles cairotas. En fin... que me voy del tema.

El charco de agua podrida. Tuvimos que atravesarlo con el taxi. Juro que fueron 30 segundos angustiosos: el olor, el calor y sobre todo la imagen que veía a través de la ventanilla. Unos pequeños nos devolvían la mirada desde una de las orillas del charco. Estaban contentos. Diría que divertidos incluso. Vimos un carro con un caballo que quería echar a andar. Y cerca de él, él perro más flaco que he visto en mi vida. Prometo que soy incapaz de describir la sensación que tuve en aquel momento. Sólo de vuelta a España, escuchando la canción que os dejo al final del post.

Cuando ya habíamos dado la vuelta y salíamos hacia la carretera, pensé en lo más doloroso: ¿Que habían visto esos pequeños? Habían visto dos coches repletos de europeos, exceptuando a los conductores. En el taxi, una niña pequeña y rubia miraba despreocupada la calle en brazos de su madre. Tal vez sus caras de diversión eran porque vieron alguna (al menos la mía) de agobio, espanto y dolor. Porque ellos si saben lo que significan esas palabras. (¿A qué viene ese gesto, europea?)

Pensé en el destino de esos niños, de esas niñas, y en el destino de mi hija en mis brazos. Y si fue reconfortante pensar que yo lucharé para que ese destino no sea igual para ella, me descorazonó y derrotó pensar que sus padres, que ellos mismos, ni si quiera tendrán la oportunidad de luchar. No en ese Egipto.

Y sin embargo, me equivocaba. Ellos están luchando para no carecer de la oportunidad. A cualquier precio. Incluso si tienen que recurrir a la desobediencia. Incluso si tienen que confiar en el ejército. El presidente y sus acólitos les hicieron promesas de amor, pero cuando la pobreza entra por la puerta... el amor y la democracia integrista disfrazada de europea saltan por la ventana.



(Prometo que esta entrada iba a ser corta. Mil perdones...)

jueves, 27 de junio de 2013

Choque cultural: Cairo y el Islam

¡Hola amiguitos! Ya es hora de que se me vea el pelo, pero una vez leí a esto es para una que lo quiere así que alguien que bien le conoce dijo: "Tú sólo escribes cuando tienes algo que decir". Así que, me sumo a ello, porque me parece lógico y muy en mi línea.

Hoy mi cajón viene algo gastado y sucio de las calles de Cairo. Mi amiga Drew, que iba preciosa y feliz el día de su boda egipcia, me criticará que empiece por la suciedad cuando hay muchas más cosas que destacar y, tranquilos, lo haré pero he pasado toda la mañana quitando manchas cairotas de la ropa de la niña. Me cuesta no pensar en otra cosa.

Ah, sí. Fuimos a El Cairo con la pequeña de dos años. Todos a una: "¡Qué valientes!". Pues no es cuestión de valentía. Se portó como una campeona y disfrutó tanto de la experiencia como nosotros o tal vez más. Viene descolocada, claro, pero yo también y si no veréis...


¿No véis lo feliz que está? :)


Pensaba hacer una especie de crónica, pero la verdad es que hemos vivido tantas cosas que no sabría por donde empezar... Así que, he decidido empezar por lo que he aprendido. Mejor dicho, por lo que me ha enseñado Cairo.

Efectivamente, para mí fue un verdadero choque cultural conocer el Islam en un país donde la religión está tan presente. Yo iba a ver a mi amiga, asistir a su boda, emocionarme hasta la médula y ver pirámides, impregnarme de la historia de los faraones... y resulta que me vine con algo radicalmente distinto para reflexionar. Lo demás también se ha cumplido, pero me llevé una sorpresa.

Creo que la primera vez que comprendí que ese viaje iba a aportarme algo muy diferente de lo esperado fue a las 4,30 horas de la madrugada del domingo 16 de junio. A esa hora, la del rezo, me despertó una voz profunda y solemne, única en la madrugada de una ciudad que no duerme. Tumbada junto a mi hija, noté como me emocionaba escuchar por primera vez en mi vida el rezo islámico. Sí, no entendía ni papa, pero mi piel se erizó. También he de decir que no volvió a despertarme ninguna noche más. El cansancio pudo con la emoción.

A raíz de eso, sólo necesitaba comprender algunas de los prejuicios que nos siembran y que enraízan. Así que me pasé haciendo preguntas sobre el Islam, sobre el día a día de sus creyentes, las interpretaciones, lo que está bien o no como buen musulmán, cómo viven el Ramadán, por qué las mujeres aceptan determinados roles... Así que Drew y su marido Tarek (¡gracias chicos!), se encargaron de golpearme con la realidad de una cultura que desconocía. De la que por supuesto no estoy de acuerdo en multitud de cosas. Por ejemplo, soy bastante inflexible con el rol de la mujer a pesar de que me explicaron por activa y pasiva que la mayoría de ellas están conformes y apoyan esa forma de vida. Y también a pesar de conocer a Y. una mujer con más recursos y más independiente que muchas de las que yo conozco, incluida yo, por supuesto. Y. lleva velo y, por lo que intuyo, cumple con todos los preceptos. Pero además es una mujer hecha de amor, un amor que desprende para todos, es madre de dos hijos y me gustaría que la hubieseis visto desenvolverse tan sólo 10 minutos. Esa mujer es una heroína.

En "la gran boda egipcia" comprobamos lo bien que se lo pasan en las celebraciones. Oye, una esperaba menos fiesta por eso de que no hay alcohol, pero que va. Bailaron y disfrutaron, y nosotros con ellos. Ojalá me dieran permiso para poner el vídeo que grabamos. Era fascinante.

En la foto de este post, mi pequeña está con el imán de la mezquita más antigua de Cairo y con la mascota de su cole, que por si no habéis reparado en ello, es un cerdo (animal que no comen los musulmanes. "El cerdito infiel", lo hemos apodado). El imán pidió hacerse una foto con ella y no fue el único. Esta rubia triunfó como la Coca Cola: fotos, cucamonas, "¡Su nombre es árabe! No, es hebreo." ... Honestamente, no me he sentido mal en ningún momento. Sí extranjera, claro (para más inri iba con mi marido y mi hija rubios que parecen finlandeses). También algo molesta con las miradas de algunos hombres. Creo, y me arriesgo a poner en juego otro prejuicio, que esto está relacionado con su costumbre de estar por encima de las mujeres. Es decir, miro y acoso porque si no está con su marido o su padre, puede ser de mi propiedad. Huelga decir, que ni mucho menos es exclusivo de este país ni de esta cultura. No sé si mi explicación tiene sentido, pero exceptuando esto y el idioma (maldito inglés, ¡te dominaré!), no me he sentido extraña. Es más, en cierta ocasión, me sentí más extraña y rechazada en mi propio país que en Egipto.

Ya lo intuía, pero este baño de realidad frente al Islam me ha demostrado una vez más que nada es blanco o negro, que hay multitud de matices. Es impresionante comprobar como algunos musulmanes citan a Jesús o a María, o abren el Corán para enseñarte dónde son mencionados los personajes típicamente cristianos (también Noah), con la naturalidad con la que te presentan la gastronomía local. O que el imán de la mezquita reconozca "una invasión" islámica en la España medieval, sin mencionar que los cristianos expulsaron, persiguieron y mataron a ciudadanos castellanos sólo por su religión. Es realmente conmovedor. Y una no es para nada católica, pero estos detalles que intentan un acercamiento entre culturas que, sinceramente, nunca he visto de un católico a un musulmán, remueven los cimientos de todo prejuicio.

¡Pues claro que hay descerebrados que interpretan el Corán para su propio beneficio, distorsionándolo y enfrentando! Que dicen unas barbaridades inhumanas, como algunos católicos. Pero mi sensación es que no son la mayoría. Ni si quiera en países islámicos.

No quiero extenderme más en este post. Contaré más cosas que me han llamado la atención (¡muchas!) y me han hecho reflexionar durante estos días en El Cairo, pero sólo quiero evocar otra de las imágenes que más me impresionó: el entierro de cuatro personas al que asistimos por breves minutos (disfrazadas de Linterna Verde las mujeres). Ver casi a un centenar de hombres rezando, haciendo unos movimientos perfectamente coordinados, concentrados y entregados a ese momento espiritual, pero también físico. A nuestra derecha, dos niños de unos 7 u 8 años hacían lo propio entre dos ataudes. Y el sonido del Corán recitado por una profunda voz.


jueves, 16 de mayo de 2013

La vida que te espera

Esta crisis comienza a ser desesperante. Pienso en la cantidad de personas que tienen que buscarse la vida a diario. Pienso en todos aquellos que no pueden desarrollar sus planes de vida debido a la situación actual. Todos los que han tenido que redirigir su vida para adaptarse a las circunstancias, vivir, sobrevivir...
Todos, de una manera o de otra, nos vemos afectados por la situación. Y duele. Pero lo único positivo de una situación tan negra, es seguir esperando el rayo de luz tras la tormenta. El momento de poder retomar las riendas de tu vida. De poder decidir por ti mismo, sin estar constantemente amenazado por la espada de Damocles. No me refiero a volver al desenfreno pre crisis. Solamente a poder tomar el camino que elijas. Porque no nos engañemos, el dinero no nos hace libres (tal vez al contrario) pero cierta estabilidad económica nos permite la elección.
En fin, me gustaría lanzar un mensaje de esperanza sobre la vida que te espera a ti, padre de familia que hace chapuzas para comer. O a ti, joven sin trabajo que con 20 años estás en casa en una situación desesperada. O a ti, que quieres dar un giro a tu vida profesional y no te es posible arriesgar tanto. También a ti, que te mueres por ser padre/madre (por primera vez o de nuevo) pero no te atreves porque "está tan mal la cosa"... A ti, mujer, que vives una vida miserable al lado de un hombre que no te quiere, al que no quieres y que te humilla sólo porque no hay trabajo para dar de comer a tus hijos. A ti también, pequeño que ves como a tu alrededor suceden cosas, hay preocupaciones relacionadas con algo que se llama economía y que no entiendes, pero que te afecta en tu vida cotidiana y en tu relación con tu familia y el mundo que te rodea.
Esperemos que el rayo atraviese pronto y con fuerza la tempestad para que disfrutes de la vida que te espera.

domingo, 24 de febrero de 2013

La insoportable sordidez del ser

A veces necesito esa puerta a la imaginación en el tronco de un árbol.

Había una vez una realidad testaruda y cabezota empeñada en imponerse sobre todo lo demás. Y no le importaba que los pobres mortales que vivían en ella necesitasen periódicas treguas para poder sobrevivirla.

Cuando ellos le seguían su duro ritmo, ella estaba encantada, no tenía problemas. Pero cuando, por su dureza, los mortales se veían empujados a huir de ella y adentrarse en los terrenos de la fantasía, la muy egoísta volaba para encadenarlos sin remedio.

Dicen que, como vía de escape ante su sordidez, los mortales crearon la literatura, el cine, los juegos... Llegaron a esa conclusión observando a los niños que, en su inconsciencia egoísta, están fuera del alcance de las exigencias de la realidad. Y ella, astuta como ninguna, consiguió atajar incluso esas pequeñas e inocentes fugas.

Entonces, unos mortales más inclinados a la perfidia, inventaron unas sustancias para huir de la consciencia. Lo conseguían por un breve espacio de tiempo y con unas consecuencias fatales.

Pero uno no puede escapar siempre de esta amante exigente que te cobija: si consigues refugiarte resguardo de cualquier abrigo inconsciente, al final te verás obligado a regresar. Y entonces, es cuando más duro golpea.

Yo a veces también siento que la realidad me empuja a abandonarme en brazos de la ficción. Sobre todo en los últimos tiempos.

domingo, 10 de febrero de 2013

Fotografía: la magia del instante


No, esta vez no me subo al cajón para azotar. Estos días estoy organizando la tonelada de fotos que me he encargado de almacenar durante todos mis años de vida. He robado alguna, y he hecho muchas. Cuando era más joven, hacía auténticas películas. Y eso que había que revelarlas todas sí o sí... ¿Recordáis esas cámaras con carrete? He estado utilizando una de esas hasta hace dos años.

Pues, como decía, he estado organizándolas y hay para todos los gustos: familiares, de la infancia, con amigos, con los que ya no son amigos, con novietes y parejas anteriores, de fiesta, de tranqui, formales, propias, ajenas, enfocadas, desenfocadas, de vacaciones, bonitas y horribles. Bueno, cualquiera que haya vivido la época anterior a las cámaras digitales, sabe de qué hablo.

Además, soy fan de la foto en papel. Aún con una cámara digital, soy capaz de imprimir 1000 fotos (si no me quedo corta) por el placer de tocar, clasificar, observar, apreciar los detalles, el peso del papel fotográfico, los colores... Y con la llegada de la niña, me he vuelto absolutamente loca. Y algunas, para ser sincera, no me salen del todo mal...

Pero no vengo a hablaros simplemente de lo mucho que me gusta hacer fotos. Estos días, mientras pasaban las imágenes de mi vida delante de mis ojos, he comprendido por qué amo hacer fotografías. Cuando he visto las fotografías de hace tantos años, cuando mis sobrinos eran pequeños, he comprendido que lo que realmente intento es agarrar esos instantes. Adoro la sensación de observar el paso del tiempo, de recordar esos momentos, esas sensaciones. Pero me da vértigo pensar que lo olvidaré. Por eso disparo.

Hubo una época en que, cuando visitaba cualquier lugar, lo visitaba a través de la cámara de fotos. Llegó a ser casi enfermizo y me obligué a cortarme, porque mis recuerdos siempre pasaban por el filtro de la máquina.

Más allá de mi capacidad de expresarme en esas fotos, de parapetarme en la máquina, está la magia de poder agarrar ese momento y guardarlo en un bolsillo para siempre. Me pasa con los libros. De pequeña era una habitual de la biblioteca, pero al crecer, me di cuenta de que me agobiaba perder los momentos que me ofrecían los libros que más me gustaban. Y empecé a comprar libros para no perderlos. Mi biblioteca es modesta, pero bastante selecta y por encima de los 150 títulos. (Llevo tiempo pensando en encargar un ex libris... sólo digo eso).

Siempre digo que no temo a la muerte. Lo que en realidad me da pánico es el olvido. Pero no a que me olviden -esas cosas pasan- sino a olvidar. Y al revés: me regodeo en la sensación de verme pequeña en brazos de mi abuela, de ver y recordar la diversión cuando he pasado tiempo haciendo el bobo con mis sobrinos -sí, soy la típica tía de cámara en mano a todas horas-, de recordar hechos del pasado -incluso cuando yo no existía- a través de las historias que me han contado en casa sobre cada foto, lo irresponsable de la juventud, de la amistad fugaz, de la duradera, del no gran amor de mi vida, de mi compañero de vida, de mi prematernidad y los momentos con mi hija...

En fin, adoro echar la vista atrás y traer al presente tantas y tantas vivencias que he atesorado en imágenes. Y es fácil: sólo tienes que observar la foto, conectar con ella y si hay personas, observar sus miradas. Sobre todo si es tu propia mirada. Y entonces... se produce la magia y ya estás allí, sintiendo lo que sentías. Es un precioso viaje al centro de tus recuerdos. Por eso me gusta la fotografía.

(El post ha quedado pelín fetichista con el tema pies. No es ninguna obsesión, es por preservar la imagen de los protas.)


sábado, 2 de febrero de 2013

Contorsionistas de la verdad

Esta chica estaba en la Wiki 

Ya, ya sé que lo mío no tiene nombre pero estoy aquí. Iba a decir que no tiene nada que ver con la situación que estamos atravesando con respecto a la corrupción. Pero sí, sí tiene que ver. Y es que el hartazgo general empieza por lo cercano y de eso, en mi pueblo, tenemos para dar y tomar.

Antes de subirme al cajón, diré que el título del post no ha venido motivado por las declaraciones de Dolores de Cospedal y otros  sobre los dichosos sobres. Y desde luego que hay material para escribir sobre ese tema bajo este título.

Resulta que aunque Telecinco ya no tenga la tienda de campaña instalada en El Quiñon, Seseña, seguimos existiendo y seguimos teniendo nuestros problemas. Lo del agua está solucionado, si no fuese porque nos han querido colar una super tasa de depuración, el ayuntamiento que se precia de ser de los pocos que no necesita endeudarse este año para ofrecer los servicios necesarios a más población de la que presupuesta. Otro día os cuento cuál es el colchón presupuestario y de dónde sale.

Tenemos supermercados, un Coviran y un Día, colegio y hasta limpian las calles. Ah, y luz. Los servicios médicos son notablemente insuficientes pero compartimos la pena con el resto de españoles que ven cómo la sanidad pública está dejando de ser pública y sanidad. De momento, tenemos guarderías, servicios sociales e instalaciones deportivas. Ah, también parados porque al parecer, nuestro alcalde es tan magnánimo que impulsa proyectos emprendedores para las personas que ni residen en el pueblo.

¿No está mal eh? Mejor de lo que esperabais porque muchas cosas os suenan a normal. Pero hay un tema que nos tiene en pie de guerra, especialmente a los vecinos de lo que muchos aún creéis que es una ciudad fantasma: nuestra conexión con las carreteras es peor que precaria.

Arrastramos ya durante 3 legislaturas, se dice rápido, la petición de una salida digna a la A4. El actual alcalde ganó las elecciones gracias a los vecinos del barrio que le votaron pensando desbloquear la situación de abandono en la que nos los encontrábamos con el anterior gobierno municipal. Un detalle: prometió la salida, la daba por hecho.

Hasta aquí bien, lo normal y lo habitual en democracia. El contorsionismo llega cuando en octubre de 2012 se reúne con los vecinos y acusa a la oposición de Ciempozuelos, municipio al que pertenecen los terrenos, de bloquear la gestión. Y ahí comete su primer error. No vivimos en un mundo desconectado. Es más, aunque los transportes fueran los de principios del siglo pasado e Internet ni se hubiera inventado, muchos de los residentes en El Quiñón tienen familia o proceden de Ciempozuelos. Total, que esa bomba le explota en las manos pocos días después.

En un par de meses, Cospedal deja "pelados" a los diputados con otros cargos y este alcalde nuestro, que se gasta un dineral en gasolina de ir Toledo-Seseña, se sube el sueldo de alcalde a los 40.000 euros anuales. Más dietas de la cámara regional. Y silencio absoluto.

Días después, dos concejales dimiten por motivos personales y la siguiente en la lista renuncia a ocupar cargo. Sólo una semana antes del bombazo Bárcenas.

Hay muchos de estos datos que pueden ser meras coincidencias pero nuestro protagonista no para en su empeño de distorsionar la verdad. Así que, ni corto ni perezoso se acerca con su séquito informativo al pleno de Ciempozuelos para certificar el no de la oposición a la salida a la A4. Y así es, dicen que no, porque necesita aprobar el Plan Especial de Infraestructuras antes de recalificar (¿os acordais de esta palabra?) los terrenos que nos ocupan. Aquí tenéis una descripción interesada, claro, pero contrastada con asistentes al pleno de marras y bastante fiel a la verdad.

Al margen del culebrón político montado, me impresiona el papel de un ciudadano que asistió al pleno para difundir la verdad del alcalde y que a la mañana siguiente se inmola en un foro público con toda su voluntad. Contando, no mentiras porque no lo son, pero si medias verdades. Y así llevamos 3 legislaturas en las que los partidos han utilizado a diferentes ciudadanos para vocear sus medias verdades o sus completas mentiras. Como sigamos así, inventamos una nueva profesión de brillante futuro, o eso parece, la de Contorsionistas de la verdad.